sábado, 25 de octubre de 2008

A LOS CIUDADANOS DE LA REPUBLICA DE LA TELEVISION

Dado el momento actual, en el que no nos someteremos a una legislación engañosa en materia petrolera, donde se nos tacha de necios y de no saber aquilatar nuestras “victorias”, habría que preguntarse si enfrentarse al aparato represor resulta una actividad grata.
No, señores ciudadanos de la República de la Televisión, no. Es a todas luces una actividad tan poco grata para nosotros como lo es para ustedes tener que esquivar la patrulla apostada en una esquina, pues la saben dispuesta a esquilmarle ilegalmente dinero al primero que pase, so pena de enviar su carro al corralón por equis falta inventada.
Es tan poco grato ver a un pefepo de frente, dispuesto a cumplir órdenes –es más, deseoso de que le suelten la cadena para lanzarse en contra nuestra-, como lo es para ustedes pasar por retener militares o cateos policiales, que les esculquen sus pertenencias, les pongan vayas y los pasen por detectores de metales cada que van a entrar o salir de cualquier lado.

Es simplemente y sin ánimo de ofender –pero sí de señalar y condenar- que la diferencia entre ustedes y nosotros es que las fuerzas coercitivas del Estado conculcan sus libertades en el ámbito de lo cotidiano. Al igual que nosotros, sienten miedo, pero rápidamente sustituyen la molestia con la viscosa indiferencia de lo insignificante, de lo efímero…y apretando el paso, sin voltear para no provocarlos, siguen su camino.
A nosotros enfrentarnos al aparato represor también nos molesta y nos da miedo, pero estamos frente a ellos porque un día decidimos buscar las causas de nuestra lamentable realidad social, económica y cultural, y en el camino encontramos que es la misma realidad que padecen otros; es la realidad de todos, la realidad nacional.
¿Por qué? Porque en casi 200 años de vida dizque independiente, nunca hemos tenido una clase gobernante para la cual “Nación” signifique algo, signifique nosotros, los que la constituimos y quienes merecemos una vida estable y digna.
Sólo dos jefes del Poder Ejecutivo han tenido visión de Estado y procurado el beneficio de las mayorías. Pero en honor a la verdad obtuvieron el poder de chiripa: uno porque en su calidad de Ministro Presidente de la Suprema Corte, le tocaba ser Presidente de la República si el titular faltaba. El otro por dedazo, práctica habitual del Partido Aplanadora y de su antecesor, el PNR. Sus proyectos de Nación nos beneficiaron de chiripa, nomás porque de puro churro fuimos favorecidos con que se les designara presidentes a ellos.
Hubo dos intentos de cambiar el rumbo de nuestro País: uno ahora muy lamentable y el otro vigente y al pie del cañón junto con nosotros, pero nomás no llegaron porque por la vía electoral no se consigue nada.
Hartos de esto, decidimos alzar nuestra voz; ésta vez no vamos solos, tenemos un enorme y digno megáfono que la amplifica, le da rumbo y coherencia, y nos pide que sigamos hablando, denunciando. Ese megáfono es el más temido de la clase política y por ello cada que podemos declaramos que es un honor estar con él, luchar con él, que sea él quien amplifique nuestra voz.
Hoy uno más de esos gobiernos que ni nos ven ni nos oyen pretende despojarnos de nuestra dignidad, materializada en la soberanía energética…y decidimos alzar aún más la voz.
Lo único que demandamos es que Pemex, la empresa que nos significa Soberanía Nacional y que llevamos tatuada en el alma, se convierta no en carroña para los buitres a los que sirve ese ilegítimo gobierno, sino en instrumento de justicia social para nosotros y para todos los de a pie como nosotros, y ello, estimado Ciudadano de la República de la Televisión, te incluye a ti.
“Revoltosos”, “Renegados” nos han llamado, no nos duele, para nosotros es un timbre de orgullo que esos delincuentes nos llamen así por oponernos a su régimen de hambre y odio. Aún nos han llamado peor: “gente sin quehacer” la verdad, eso sí duele ¿Acaso ostentamos riqueza que nos permita el “ocio” de protestar? ¿Acaso crees, tú que nos llamas así porque la tele te dice que nos llames así, que nosotros no tenemos obligaciones y necesidades igual que tú? ¿Con qué derecho te arrogas la facultad de despreciarnos antes de detenerte a pensar si no será que estamos haciendo nuestro trabajo diario para poder comer y de pasada cubriendo tu ocio cívico, merced a tu apatía y negligencia? ¿Acaso vives en otro país, en otra dimensión de tal suerte que el despojo diario del que somos objeto no te afecta? ¿Esconder como avestruz tu cabeza en la televisión te va a salvar de la debacle? “Gente sin quehacer” ¿Te has referido así a la clase alta que desgarrándose las vestiduras sale a las calles a demandar más soldados que los separen de ti y de mí argumentando una pretendida “inseguridad” la cual -de existir en los términos en que la plantean-, ellos mismos han generado, embebidos en su soberbia, creyendo que se puede estirar y estirar sin recibir el ligazo en la cara?
No, a ellos no les has dicho “gente sin quehacer” cuando no puedes pasar porque van marchando. La única verdad es que, aparte de ser holgazanes, ellos no se enfrentan al aparato represor. ¿Crees que teniendo que trabajar para subsistir a nosotros nos agrada ver pefepos de frente?

A nosotros, tanto como a ustedes, no nos gusta estar cerca de los policías. No estamos frente a gases y toletes ansiosos por entrar en acción por placer. La diferencia entre ustedes y nosotros es que estamos ofreciendo el cuerpo para hacer patente la injusticia. Para que al vernos “organizando alborotos”, te detengas un segundo a reflexionar por qué lo hacemos. Para que levantes los ojos más allá del periódico banal de nota roja o deportivo, de tu semanario de la farándula, de tu televisión, y escudriñes las razones que nos motivan, y al encontrarlas, unas tu voz a la nuestra y exijas respeto a tu patrimonio energético y justicia social para los tuyos. Porque antes que todo eres mexicano y debes pelear porque ese gentilicio signifique algo más que mariachis y futbol: signifique DIGNIDAD.
Aquí, frente a los pefepos, mirándolos de frente aunque deseemos mejor estar en otro lado, te estamos esperando, porque el futuro es ahora y es nuestro. Porque nadie vive plenamente hasta que encuentra algo por lo que vale la pena morir y la dignificación del gentilicio “mexicano” es algo por lo que vale la pena morir.
Te estamos esperando, ven, por ti, por tus hijos. Une tu voz a la nuestra, aquí, frente a ellos y con la dignidad en alto, sabedores de que a pesar de la adrenalina extra que soltamos, son ellos quienes nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

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